Rural Vote: Priorities in Arizona’s Most Underserved Communities
Organizaciones como RAZE se enfocan en amplificar las necesidades de esos sectores del Estados que pocas veces son escuchados en los procesos electorales, pero que siguen siendo cruciales para los candidatos.
Texto: Carlos Torres Bujanda
Fotos: Daniel Robles
Brianda Benítez vive con zozobra cada ocasión que su madre tiene que hacerse sus chequeos médicos. Ella vive en Casa Grande, Arizona, una comunidad ubicada a unas 50 millas al sur de Phoenix, en donde escasean los recursos para la comunidad.
“Nuestra área donde vivimos es más pequeña que en lugares como Phoenix o Tucson, ahí se siente más que la aseguranza no es accesible para todos. Por ejemplo yo tengo a mi mamá que ahorita no está trabajando, toda su vida se esforzó pero ahora resulta que no califica para recibir asistencia médica de ninguna clase, y aparte tenemos que salir a que se atienda a otras ciudades porque en Casa Grande no hay especialistas”, relató Benítez, mientras su voz se quebraba y sus ojos se llenaban de lágrimas.
Lo que Benitez relata no es un hecho aislado; a pesar del crecimiento que ha tenido Casa Grande en los últimos 10 años, aún hay muchos sectores que aún no satisfacen las necesidades básicas de la población como los servicios de salud, vivienda, trabajos y otros. Esto es lo que impulsó la creación de la organización Rural Arizona Engagement (RAZE, por sus siglas en inglés), cuya misión es amplificar y empoderar esos lugares menos atendidos del estado.
Además RAZE se encarga de promover el voto entre las minorías en un territorio hostil hacia los inmigrantes, hacer que su voz se escuche a la hora de exigir sus derechos, lograr que se sientan representados ante las autoridades, contar no solamente con servicios básicos, como vivienda accesible, atención médica de calidad, escuelas en buenas condiciones, seguridad pública, entre otros.
Pablo Correa es el director ejecutivo de RAZE, y -en la sede ubicada en la ciudad de Coolidge, en el Condado Pinal- platicó acerca de la tarea de esta organización en su tarea de involucrar cívicamente a las minorías en las comunidades rurales del estado, además de ayudarlas a que su voz sea escuchada y que se sientan representadas ante las autoridades.
“Yo era una persona de clase trabajadora que criaba a una familia de clase media y quería representar a mi comunidad de una manera más amplia y entonces decidí involucrarme más cívicamente, ya que veía cómo personas como los latinos, nativos americanos y afroamericanos no tenían representación y sus comunidades lucían abandonadas”, comentó Correa sobre las razones para iniciar esta organización.
El director ejecutivo de RAZE recordó que la apatía y el temor de las personas a querer participar fueron algunas de las dificultades que encontraron en los inicios de la organización fundada en Casa Grande, Arizona, en mayo de 2018.
RAZE tiene oficinas en los condados de Pinal, Pima, Yuma, Mojave, Coconino y Cochise, en las que se desarrollan programas de participación cívica no partidista como Sal a Votar, registro de votantes y liderazgo juvenil.
Uno de los objetivos de RAZE es identificar los problemas que existen en las comunidades rurales donde están sus oficinas, que pueden diferir aunque sean, en apariencia, zonas parecidas.
“Por ejemplo, en el área rural del Condado Pinal está la problemática de la falta de vivienda accesible; en Yuma hemos identificado la necesidad del mejoramiento de la infraestructura en cuanto a servicios básico como agua potable, suministro de energía eléctrica, acceso a escuelas en buenas condiciones, atención médica de calidad y esto se expande a comunidades como San Luis y Somerton; mientras que en Cochise está la falta de agua potable”, agregó Correa.
El director ejecutivo de RAZE añadió que se trata de plantearse preguntas como “¿Qué están buscando? ¿Qué podemos ayudar a construir o a cambiar en su comunidad que haría la vida mejor?”.
Respecto a cómo motivar a los jóvenes o las personas en general a formar parte de RAZE, Correa recordó que todos tienen un propósito en común y que esas son las cosas que los unen para poder mantener o encontrar a los voluntarios del programa.
“Hay que saber lo que realmente motiva a la gente, y esto ocurre en distintas regiones, todas son cosas diferentes. Es que les preguntamos qué les importa, qué dirección quieren tomar con sus vidas y qué dirección quieren tomar sus comunidades, y todos vamos en una dirección similar”, agregó.
Otro de los fenómenos que han encontrado es la polarización política, que considera que se la encrudecido desde la aparición en el escenario político de Donald Trump, expresidente entre 2016 y 2021, y en la actualidad nuevamente candidato republicano a la Casa Blanca. Correa admitió que ello ha afectado la manera en que los voluntarios realizan su trabajo. “La polarización realmente afecta el trabajo que hacemos aquí, y hacemos un trabajo no partidista. Simplemente sentimos que estar involucrados, tener acceso a las urnas, votar, ya sabes, asegurarnos de que podemos registrarnos y que nuestras inscripciones serán contadas, y que nuestros votos serán contados son todos temas no partidistas”, manifestó.
Sobre el tipo de trabajo que realiza RAZE en la comunidad en la actualidad, Correa aseguró que es ante todo “empoderar a las comunidades y conseguir votos así como empoderarse para que tomen decisiones en estos espacios también”.
Pero, ¿qué caracteriza a una comunidad como rural, para que RAZE realice su trabajo?
“La forma en que determinamos qué es una comunidad rural es muy interesante. Hay definiciones federales cuando se trata del Censo sobre la densidad de población, y ese es definitivamente el punto de partida. Lo que nos ayuda a determinar esto es si están recibiendo los recursos necesarios para generar cambios en su comunidad y, ya sabes, generar cambios en el estado”, dijo.
De acuerdo a la definición del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés), una comunidad rural se define como “la que tiene menos de 5,000 residentes y 2,000 unidades de vivienda”.
Por último, Correa dejó un mensaje a la comunidad respecto a RAZE: “Nuestra organización está para ser un recurso y un faro. Entonces, si en tus valores está preocuparte por la comunidad, por tu familia, por cumplir con nuestro deber cívico, entonces RAZE es un hogar para ti”.
“Y si tus valores son el empoderamiento de las comunidades rurales, de las personas de color, de aquellos que han sido privados de sus derechos a lo largo de la historia de este país y del estado, RAZE también es un lugar para ti. Por eso, nos encantaría que interactuaran con nosotros. Estamos en todas las redes sociales en @ruralazengage”.
Los colaboradores de RAZE, su columna vertebral
Pero el trabajo no lo realiza Correa solo: detrás de él tiene un grupo de coordinadores y voluntarios entusiasmados y convencidos de que es posible lograr un cambio en las zonas rurales. Una de esas personas es Esmeralda “Esme” Barajas, quien es directora regional de campañas del sur de Arizona para RAZE.
Barajas se ha enfrentado a la negativa de las personas a registrarse para votar o actualizar sus datos, o bien el desconocimiento de lo que se debe de hacer para emitir su sufragio. “Lo que he visto más es que mucha gente no sabe cómo votar, o cómo comenzar, o cómo hacer su proceso de registro. Además mucha gente no vota porque piensa que no es importante y también está la idea de que su voto no cuenta”, dijo.
Barajas recordó que cuando se encuentra ante esas situaciones trata hacer entender que en verdad su voto puede hacer la diferencia, no solo a nivel federal o estatal, sino también para cuestiones tan cercanas como asuntos de juntas escolares, la recolección de basura, servicios básicos, entre otras.
“Lo que trato de explicarles es que no solamente es lo federal, sino también aquí en la comunidad porque muchas veces son cuestiones respecto a cómo van a trabajar las escuelas, muchas cosas como los trabajos, cosas que están en la comunidad, como los concilios municipales”, agregó.
Andrea Varela es la directora de organizadores en RAZE. Ella se encarga de que sus organizadores y voluntarios estén presentes en la comunidad, para asuntos como “llamadas, tocar puertas, hacer textos y también tener eventos para escuchar cuáles son los problemas y los asuntos que quieren arreglar en las comunidades que nosotros servimos”, dijo.
Varela añadió que uno de los retos es encontrar a las personas que estén dispuestas a participar con RAZE, sobre todo en comunidades rurales.
“Es muy difícil encontrar voluntarios, especialmente en comunidades que han sido marginalizadas y que su voz no ha sido tomada en cuenta. Trabajamos en esas comunidades porque queremos que sepan que sus voces cuentan y que queremos luchar por los asuntos y las cosas en la comunidad que quieran cambiar o que enfrentan en su vida diaria”, añadió.
Otra de las razones que Varela mencionó para que las personas no deseen involucrarse es que ya tienen las responsabilidades de tener que ir a trabajar y muchas de ellas tienen dos empleos.
Actualmente en el equipo de RAZE hay unas 100 personas, algunas como organizadoras y otras como voluntarias en los seis condados donde están presentes, pero no son suficientes.
“¿Que si son suficientes? Pues ahorita no. Queremos trabajar en áreas que son difíciles de organizar, porque ahí se necesita más apoyo y representación. Y que se reflejen en representantes como legisladores, miembros del concilio municipal o del condado, de juntas escolares, mesas directivas de organizaciones civiles y así”, indicó.
Las minorías no se sienten representadas en las comunidades rurales
El color de piel u origen afecta a las personas en áreas rurales a la hora de sentirse representadas para hacer sentir su voz y expresar sus necesidades, aseguró la directora de organizadores de RAZE.
Varela comentó que esta diferencia sí es “sensible” y cómo distintos asuntos tocan a la comunidad.
“Son diferentes los asuntos entre los afroamericanos, las comunidades indígenas y las comunidades hispanas. Y sienten que no son representados, no son representados en el gobierno, no son representados en la comunidad, no se ve personas que son líderes, que se vean como ellos, y eso no crea fe entre la comunidad. Mientras que los miembros de comunidades anglosajonas no tienen tanto miedo de ser involucrarse, ser voluntarios, registrar a votantes, asistir a esos foros. Y nosotros entendemos que, en comunidades de color, sienten más que no tienen voz”, agregó.
Pero también Varela comentó que han visto cómo, poco a poco, la comunidad se ha involucrado en los foros informativos, con personas de distintas edades.
“Hemos visto, en los últimos tres o cuatro meses, que la participación en nuestras comunidades ha crecido mucho. Recuerdo que, hace un año, ninguna persona quería salir (de su casa) para atender un foro y hace una semana tuvimos uno en el condado de Cochise y doce personas asistieron”, comparó.
No siempre son bienvenidos
Abel Álvarez es uno de los voluntarios que ha estado en la calle, en contacto directo con la población para registrar a nuevos votantes, o para que actualicen sus datos en el registro de votantes. “Lo primero que hice con RAZE fue registrar a la gente para votar. Iba a las tiendas. Nomás preguntaba a las personas: ¿ya están registradas para votar o tienen sus datos actualizados?”, recordó.
En un principio Álvarez, manifestó que se sintió algo “raro” por abordar a las personas en un tema tan personal. Logró reacciones de todo tipo. “Se me hizo muy raro que iba con la gente en su carro preguntando si ya se había registrado para votar porque es una pregunta bien personal y mucha gente se apartaba de mí o me cuestionaba por qué hacía esas preguntas, o qué me daba derecho a hacerlas”, recordó.
También aceptó que tuvo miedo cuando las personas se comportaron de manera hostil con él. “El ambiente puede ser bien hostile. A veces he tenido miedo porque mucha gente aquí en Casa Grande es hostile y dice ‘pues te voy a seguir’. Era algo bien extraño pero con la práctica se hizo más fácil”, concluyó.
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